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Foto del escritorMarley Jevi

Doble Review: Accept - "The Rise of Chaos" / Pil y los Violadores de la Ley - "Último Hombre"

Actualizado: 22 jul 2020

Vos que estás leyendo esto te preguntarás ¿qué carajo tiene que ver estos dos discos entre sí? La verdad es que no tienen nada. Pero también hay otra verdad, y es que no es necesario, al menos en este blog, que dos trabajos estén relacionados entre sí para incluirlos en un mismo post. La pregunta que queda es ¿por qué elegí estos discos para reseñar juntos? Hace un par de semanas fue mi cumpleaños; para mis 23 recibí un par de regalos, entre ellos estos dos álbumes en estado físico - cortesía de mi novia - lo cual me inspiró para comentarlos.




 

The Rise of Chaos (2017) - Accept


Género: heavy metal/speed metal


Lista de temas:


01 - Die by the Sword

02 - Hole in the Head

03 - The Rise of Chaos

04 - Koolaid

05 - No Regrets

06 - Analog Man

07 - What's Done Is Done

08 - Worlds Colliding

09 - Carry the Weight

10 - Road to Extinction







Origen: Solingen, Alemania

Discográfica: Nuclear Blast


Todo parece indicar que desde 2010 para acá Accept encontró la gallina de los huevos de oro. En 2009, Peter Batles (bajista) y Wolf Hoffmann (guitarrista) deciden volver a armar la banda y, ante la negativa de Udo Dirkschneider (cantante original), contratan a Mark Tornillo para que se encargue de las vocales. Nadie daba dos pesos por esta reunión sin el frontman tradicional, pero contra todo pronostico Accept lanza uno de los mejores discos de su carrera, de la década y del género: Blood of the Nations (2010). Su álbum de reunión fue un éxito instantáneo y volvió a poner al titán alemán en el mapa. Dos años después editan Stalingrad (2012), y otros dos años más tarde, Blind Rage (2014), que recibieron una lluvia de criticas más que positivas por parte de la crítica y una gran acogida entre los fans, la banda vendió miles de copias y giró por todo el mundo gracias a dichos trabajos. De hecho, Blind Rage se convirtió en su primer N°1 en los charts de su Alemania natal, con él también alcanzaron el primer puesto en Finlandia, el segundo puesto en Hungría y el trigésimo quinto puesto en el Billboard 200 de EE.UU (que es mucho para una banda de metal en los 2010's). Las presentaciones en vivo de la banda dan cuenta del buen momento porque el está pasando la banda, tuve la suerte de verlos y la verdad que son una maquina. Ya para 2017, el "Terror Teutón" - pseudónimo que se habían ganado en esta nueva etapa - lanza The Rise of Chaos, su último disco hasta la fecha.


En este caso, Accept vuelve al estudio con dos miembros nuevos: el joven baterista Christopher Williams y el curtido Uwe Lulis, el mítico violero de Grave Digger durante los 90's. La producción estuvo a cargo de Andy Sneap, que también se ocupó del mixing, el mastering y la ingeniería de The Rise of Chaos, así como de todos los otros álbumes que componen la discografía de la banda, desde su regreso en 2009. Lo cual explica la enorme similitud que existe entre los trabajos del nuevo Accept, en ese sentido, el disco sobre el que se centra este post no varía en nada con sus predecesores. Su estilo ya está claramente definido, cuenta con una producción espectacular, limpia y, a pesar de tener las guitarras distorsionadas que caracterizan al genero, con un sonido claro. Todos los instrumentos se escuchan y se distinguen de manera perfecta, por su puesto que los que más se lucen son las guitarras gemelas y la voz del talentoso Mark Tornillo. Lo que se nos ofrece es lo de siempre: riffs poderosos, a veces más melódicos, otras veces más violentos, los solos neoclásicos de Hoffmann, vocales agresivas y rasposas, coros demoledores, estribillos gancheros y ese heavy/speed metal que solo Accept nos sabe dar. Yo la verdad que no puedo pedir más en ese sentido ¿para qué cambiar una formula que ya ha demostrado ser exitosa, además de genuina? Estos tipos ayudaron a darle forma al metal, y sus ramificaciones, como muy pocas bandas han hecho ¿existiría el thrash metal o el power metal como lo conocemos hoy en día sin "Fast as a Shark"? La respuesta es no (debería darte vergüenza si lo dudaste).


Ya desde el principio, Accept nos demuestra que vuelve para hacer lo que siempre supo hacer, se escucha una banda totalmente canchera en su estilo y con ganas de impresionarte por si es la primera vez que los escuchás. Wolf Hoffmann (57), Peter Batles (59), Mark Tornillo (63) y Uwe Lulis (50) salen a la cancha como si fueran los hermanos menores de Christopher Williams (30), es increíble la energía y la garra con la que cuentan estos tipos después de tantos años. Esa misma actitud se va a sentir a lo largo de todo el disco, totalmente directa y pesada. Con "Rise of Chaos" (track 3) ya meten un golazo y con "Koolaid" (track 4) te hacen otro desde mitad de cancha. El primero cuenta con un riff típico del nuevo Accept, empieza con un machaque de la rítmica y luego se le suma Wolf con su guitarra a interpretar el costado melódico de la intro, tiene un estribillo entrador, siempre seguido por un pequeño solo chirriante y una letra apocalítpitca. Por su parte, "Koolaid" ya está a otro nivel, es lejos el mejor tema del disco y uno de los mejores de la banda, me parece que es algo digno de alago que después de 40 años de componer música sigas sacando himnos que se guardan automáticamente en el corazón de cada fan. El coro de "Koolaid" te va a dar ganas de estar saltando en el pogo hasta que se te desarmen los pies, le sobran agallas y gancho por donde se lo mire. Una canción digna de ser la presentación de la banda si alguien te pregunta ¿quién es Accept? En lo que respecta a la lírica, es bastante interesante también y nos transporta a las selvas de Guyana en 1978. Allí se encontraba Jonestown, una comunidad religiosa perteneciente al culto "Peoples Temple", dirigido por Jim Jones. El 18 de noviembre de 1978, el pastor Jones mandó a asesinar a 5 rehenes, tomados prisioneros en el último tiempo, e indujo a no menos que 909 cultistas a suicidarse; para llevar a cabo semejante masacre los obligó a beber una bebida dulce combinada con cianuro a la que, erróneamente, suele referirse como Kool-aid. De ahí la frase "Don't drink the Koolaid/Don't taste the holy water/Don't drink the Koolaid/No matter what the preacher says" (No beban el Koolaid/No pruebes el agua bendita/No bebas el Koolaid/No importa lo que el pastor diga), que ahora que lo pienso, hacer pogo con esto es una de las cosas más tétricas que puede haber. En sí, las canciones son muy parejas, por lo tanto si tengo que destacar los puntos altos es desde una perspectiva ultrasubjetiva.


"No Regrets" me encanta, tiene una melodía cautivante en los versos, que te van preparando para unos coros explosivos; te hacen pensar que aflojaron un poco, pero te vuelan la quijada cuando menos lo pensás. Le sigue "Analog Man", uno de los mejores tracks del trabajo, está en la misma onda que "Koolaid", pero con una letra casi autorreferencial, que parece apelar a los fans más viejos de la banda, esos que estaban ahí en los 80's. Los veteranos nos plantean las dificultades de acostumbrarse a vivir en un mundo que cada vez avanza más rápido y en donde la constante renovación tecnológica deja afuera a quien no sea lo suficientemente veloz para adaptarse a ella. El concepto "analógico" siempre aparece para encarnar todo aquello asociado a la generación de la banda, en oposición al termino "digital", que refiere a las nuevas tendencias. La primera vez que la escuché me pareció un poco anticuada, pero en ese momento tenía 19 años, ahora tengo 23 y siento que todavía soy joven, pero el mundo me está dando señales de que ya me va a pasar a mi también. Además, la canción cuenta con una de las mejores descripciones que se puedan dar sobre estos tipos "Just an school son of a bitch... in a digital world" ("Tan solo un hijo de puta de la vieja escuela... en un mundo digital"). Por último quiero destacar a "Carry the Weight", que muestra el costado melancólico de la banda, con un estilo más melódico. "Carry..." nos invita, con su letra, a bajar un cambio y darnos un respiro, nos anima a abrirnos con nuestros seres queridos y compartir nuestra carga, a no desanimarnos por el caos del mundo actual, y no lo hace desde una perspectiva alienante, sino que trata de que no nos hagamos mala sangre por algo que solos, no podemos cambiar.



Hasta ahora hablé maravillas, pero no todo es rosas para esta placa. Creo que The Rise of Chaos está un escalón más abajo que Blood of the Nations, Stalingrad y Blind Rage. Tal vez Wolf Hoffmann y su séquito nos mal acostumbró y nos puso la vara muy alta; ya que algunas de las canciones no llegan a ser tan buenas o se vuelven un tanto repetitivas. Voy a poner un ejemplo, el track 2, "Hole in the Head"; si bien la melodía me parece muy atrapante, el estribillo se torna un poco reiterativo y sin sentido: "I need you like a hole in the head" ("te necesito como un agujero en la cabeza") ¿Qué se supone que significa eso? no tiene mucho sentido y encima repetirlo tantas veces no ayuda para nada. También está el factor de que, a mi parecer, no hay tantos temazos. Es decir todas las canciones son bastante parejas, como ya dije antes, y muy buenas por cierto, son perfectamente disfrutables, pero tenemos solo uno o dos himnos metaleros, a diferencia de las entregas anteriores que nos dejaba con muchos más. La verdad es que me pongo quisquilloso porque es una banda que ha demostrado poder hacer placas con una calidad que está a la altura de sus años de oro, y que además amo; quizás por eso le exijo un poco más. Si este disco lo hubiera sacado otra banda por ahí ni decía esto. Eso es lo único que tendría para criticarles. El trabajo es muy bueno, los músicos están afiladísimos (como si para ellos no pasara el tiempo), las canciones funcionan de forma más que satisfactoria, los coros están hechos para que te manijees y los quieras cantar en vivo en frente del escenario, la próxima vez que Accept pase por tu ciudad. La portada es lejos la mejor desde que volvieron. Las letras, por su parte, se mantienen dentro del esquema característico de la banda: Apocalípsis, desastres, una perspectiva autorreflexiva y la aceptación personal (después de todo, esta en el nombre de la banda). Lamentablemente es el último trabajo, al menos por un tiempo, en el que participará "Deaffy, la manager y principal letrista del grupo desde su formación, y según su compañero y esposo, Wolf Hoffmann, "la columna vertebral de Accept" ¿Que más se puede decir? Después de décadas dándole tanto al heavy metal, el "Terror Teutón" carga una vez más y se alza triunfante con un gran disco -como era de esperarse - perfecto para cualquier persona que disfrute del género y la banda.


Puntaje: 8/10


Directo al Mp3: "Die by the Sword", "The Rise of Chaos", "Koolaid", "Analog Man", "No Regrets"



Staff:


Wolf Hoffmann: guitarra y coros

Mark Tornillo: vocales

Peter Batles: bajo y coros

Uwe Lulis: guitarra

Christopher Williams: batería


Andy Sneap: producción, mastering, mixing e ingeniería

"Deaffy" Hauke Hoffmann: letras y diseño de la tapa

Gyula Havancsák: trabajo artístico y diseño


 

Último Hombre (2015) - Pil y los Violadores de la Ley


Género: punk rock

Lista de temas:


01 - Intro del desierto

02 - Northwestern song

03 - Nonsanto

04 - Dioses y faunos

05 - Lauf Forest lauf

06 - Nuevos cartoneros

07 - Rot und Schwartz

08 - Casa roja

09 - Deseando destruir y matar

10 - Leguas de fuego

11 - Ciento x ciento

12 - Immortal Rich

13 - El día eterno

14 - Alas para la revolución socialista


Origen: Buenos Aires, Argentina

Discográfica: Icarus Music


El otro disco que me regalaron pertenece al segundo proyecto solista de Pil Trafa (Enrique Chalar), que tomó el nombre que aparece ahí arriba. Ya pasaron 35 años desde que el ícono indiscutido del punk rock argentino comenzara su carrera artística. Ya quedó muy atrás ese joven flacucho de peinado raro que no paraba de pegar alaridos en contra de la hipócrita y desigual sociedad argentina de principios de los 80's; la rabia, la rebeldía y el enojo estaban a flor de piel. Aunque ahora que lo pienso ¿tan atrás quedó? lo único que ya no esta ahí son los alaridos y los veintes de Pil, el odio y la insumisión están ahí como si no hubiera pasado ni un solo día. Ojo, por suerte ya no estamos bajo el mandato de una dictadura genocida y asquerosa - como si lo estábamos cuando aparecieron Los Violadores - hay una libertad de expresión inmensamente mayor, pero muchas otras cosas no han cambiado. Como sea, Pil jamás fue un rebelde sin causa, sus letras siempre han intentado reflejar y criticar las injusticias que cometen los poderosos (ya sean actuales o del pasado, cometidas en Argentina o en cualquier parte del mundo). Como era de esperarse, ese inconformismo quedaría marcado a fuego en Último Hombre, con un punk rock no tan salvaje y podrido como cuando nos regaló "Represión", pero no por eso menos furioso. La mayoría de las composiciones están a cargo del vocalista y de su socio inseparable desde los 90's, el "Tucán" Barauskas, exguitarrista de Pilsen y de la tercera reunión de Los Violaodores. Por un lado, el proceso de trabajo es el de siempre, el "Tucán" aparece con un demo instrumental con el que viene trabajando y, a partir de eso, Pil compone sus líricas fusilantes. Por este motivo no es de extrañar que el sonido este disco sea similar al de los últimos trabajos de Los Violadores. Por otro lado, el disco cuenta con bastantes covers de otros artistas de punk o heavy metal, tres para ser exactos: "Desando destruir y matar", "Lauf Forest lauf" (versión en español del tema de Pascow, una banda de punk alemana) e "Immortal Rich" (de TV Smith)


La primera vez que escuché este disco fue casi por accidente. Desde que tengo 14 me gustan Los Violadores, no fue amor a primera vista, sino que fue una relación que fue creciendo y añejándose con los años, de a poco se fueron convirtiendo en mi banda nacional favorita. Un día como cualquier otro en 2015, me puse a pensar "que genial sería que la banda se volviera a juntar" y como la década de los 2010's se basó básicamente en la nostalgia ochentera, decidí googlear a la banda y ver si había alguna noticia o rumor de una reunión. Lo primero que me saltó fue "Pil y los Violadores de la Ley lanzan su nuevo disco" y ahí me volví loco, después entendí que mi euforia le ganó a mi capacidad de comprensión lectora y que no se trataba de un disco de Los Violadores, sino de un proyecto en solitario de Pil. Y eso que el tipo se calentó en ponerle un nombre diferente, porque siempre que se presentaba en un lugar para tocar le ponían "Pil" y abajo bien grande "Los Violadores", el público pensaba que se trataba de la clásica banda punk y no del cantante como solista, por eso decidió llamar al proyecto "Pil y los Violadores de la Ley", así la gente entendía que se trataba de otra banda, pero al mismo tiempo, los promotores podían usar el nombre de su banda original. Pero bueno, la adversidad no me desanimó, la casaca de Pil Trafa yo la llevo a todas partes, así que igual escuché el disco y con muy buena predisposición. La verdad es que no me decepcionó para nada, quedé fascinado y me convencí de que este tipo todavía tenía muchas cosas interesantes para decir. Incluso me atrevo a decir que este trabajo está a la altura de cualquier disco clásico de Los Violadores. Al igual que pasa con The Rise of Chaos, desde el principio el álbum deja bien en claro para que lado va la mano; Pil y el Tucán atacan con todo y demuestran que no se duermen en su reputación, sino que te enseñan porqué se la ganaron. Por su parte, Tulio Puzzio en los parches y el joven Tomy Loiseau (guitarrista y vocalista de Mamushkas, lamentablemente falleció en 2019) en el bajo, no dejan nada que desear y en ningún momento quedan atrás ante el experimentado dúo, aunque no tienen muchos momentos para lucirse. "Intro del desierto" abre el trabajo y sirve de prefacio al track 2, es un instrumental corto con un fiel estilo cowboy, con silbido y todo. "Northwestern song" vuela el tablero de una patada y empieza verdaderamente el disco con su enérgico riff. Ya desde que escuchamos las primeras estrofas podemos notar que las letras están bastante elaboradas, siempre hay un concepto muy trabajado detrás, lo cual explica porque muchas veces la prensa describe la música de los proyectos de Pil como "punk inteligente". En este caso, la canción nos describe la conquista estadounidense del oeste de su actual territorio; durante la última mitad del siglo XIX los yanquis se encargaron de llevarse todo a su paso con tal de ocupar el territorio nativo, para aprovechar los recursos naturales de la zona y establecer territorios aptos para la industria agroganadera. Como pasó acá en la Patagonia y el Chaco. Al mismo tiempo, la letra busca establecer un paralelismo entre la impronta modernizadora de aquel entonces y nuestros días, la frase "Eran tiempos de plomo y migración/Casi iguales a los de hoy/De maquinas y aceleración/Otra sangrienta visión" deja todo más que claro. En sí, el disco no varía mucho su estilo, hay algunas temas bastante melódicas y un poco más amenas como "Dioses y faunos" o "Casa roja" (ambos temazos), y hay otros más agresivas como "Alas para la revolución socialista" o "Desando destruir y matar", el clásico inmortal de V8, cantada junto al propio "Beto" Zambarbide, pero más allá de eso, no existen muchas variaciones entre los tracks en ese sentido.


Lo que más valoraro de esta placa son tres factores: las letras, las melodías y su producción tan cuidada, a manos de Loiseau y Eduardo Bergallo. La mayoría de las canciones del disco son buenísimas, pero si tuviera que destacar una por sobre todas las demás, sería "Nonsanto". Este tema te golpea de lleno con un riff gancherísimo y te termina de dejar en el piso con el estribillo, muy copado y pegadizo. Un track muy bien logrado y que capta tu atención para transmitirse su mensaje crítico hacia el gigante de la industria agroquímica, Monsanto. El titulo de la canción es un claro juego de palabras entre el nombre de la multinacional y la expresión "non santo" (que significa inmoral, no santo), aludiendo a las oscuras y desleales jugadas que lleva a cabo el monopolio sojero para alcanzar sus objetivos, desestimando el discurso benefactor con el que se escuda. Otras canciones le pelean el primer puesto, como "Dioses y Faunos" o "Casa Roja". Mientras que en el primero Pil hace una reflexión sobre sus propios errores del pasado, el segundo toca el tema de la prostitución, relacionado con las migraciones de principios de siglo XX a Sudamérica. También disfruto mucho con "Northwestern song", de la que ya hablé más arriba, con "Nuevos cartoneros", "Rot und Schwartz" y "Alas para la revolución socialista", así como con covers como "Deseando destruir y matar" o "Immortal Rich" (cantada en inglés a dueto con el autor original, TV Smith). "Nuevos cartoneros" es un palazo para el gobierno kirchnerista (en ese momento en el poder) y su discurso, empieza tranquila con unas vocales meláncolicas que recitan una intro, para luego darle paso a una base arrolladora. La música de "Rot und Schwartz" ("Rojo y negro" en español) es el único aporte completo de Loiseau en el trabajo, una clara alusión a la bandera anarquista. Por su parte, "Alas..." es una declaración de principios políticos: "Brindo porqué va a llegar/La lucha social y brindo/Por la revolución/No es una amenaza, es solo satisfacción", cortito y al pie.



Empecé este post diciendo que, aparentemente, no había relación entre los dos discos comentados, más que el hecho de que me los regalaron para mi cumpleaños. Sin embargo, parece que no es tan así; ambos son un grupo de artistas legendarios en su escena, que después de tres décadas siguen al pie del cañón. Pil con el punk y Accept con el heavy metal, levantan la bandera con dos géneros que comercialmente ya no venden como antes, pero que aun los principios y la autenticidad están ahí. Arremeten con dos álbumes de gran calidad que no tienen nada que envidiarle a sus años de mayor éxito, ni a sus correligionarios más jóvenes. No podría estar más chocho con mis regalos. Por su parte, Pil sigue firme al pie del cañon con su punk contestatario, de rebeldía con causa, y lo hace de una manera tan sagaz que te quedás con ganas de más. A estas alturas, tanto él, como el Tucán no tienen que demostrarle nada a nadie, pero igual te sacan un discazo. La genialidad de las letras y la música ubican a ambos artistas como una de los mejores duplas compositivas de la actualidad. Aplaudo que los músicos de tanta trayectoria no se tiren a vagos y saquen cualquier cosa, total los fans lo van a comprar igual. Creo que como artista, Pil Trafa debería gozar de una popularidad mucho mayor de la que tiene, sobretodo si tenemos en mente otros íconos del rock argentino de los 80's, la excelencia de este trabajo es la prueba de ello. Cuanto bien le harían todas esas personas que se rasgan las vestiduras y se llenan la boca con el "rock nacional" si realmente empezaran a preocuparse por la escena y ayudarían a poner a los artistas autóctonos históricos en el lugar que se merecen. Va a sonar muy parcial de mi parte, pero basta de tanto boludo con la guitarrita acústica haciéndose el poeta profundo por cantar un tema sobre la marihuana, y que a eso te lo vendan como el "rockero nacional rebelde". Tampoco me voy a poner a tirar mierda, pero creo que el chabón que puso en el mapa al punk latinoamericano (junto a sus compañaros) se merece más que un show en Vorterix y tocar en bares o pequeñas salas. De todas formas gracias Pil, te mereces mucho más de lo que este país te dio. Y si no me crees, escuchá Último Hombre.


Puntaje: 9/10


Directo al Mp3: "Northwestern song", "Nonsanto", "Dioses y faunos", "Casa roja", "Rot und Schwartz", "Alas para la revolución socialista"



Staff:


Tomy Loiseau: mixing, piano, guitarra (track 7), bajo y coros

Pil Trafa: vocales

Tulio Puzzio: baterista

"Tucán" Barauskas: guitarra y coros


Alberto "Beto" Zambarbide: vocales (track 9)

Alfredo Zuccarelli: cello (track 6)

Cumpa: coros (track 13)

Duncan Reid: voz intro (track 13)

Federico Terranova: violín (track 6)

Hernán Valente: coros (track 2 y 8)

Juan Dallera: coros (track 13)

Julián Alalouf: coros (track 11)

TV Smith: vocales y guitarra (track 12)


Eduardo Bergallo: mastering

Cal Lois: fotografía

Gaye Black: arte de tapa y disco, ilustraciones internas

Mila Funes: ilustraciones internas

Gonzalo Facio: diseño gráfico

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